Los Cazadores de Huracanes

Con el inicio de la temporada de huracanes 2016 y como parte de las actividades de preparación al público los gobiernos de Estados Unidos, de México y de países en Centro América y el Caribe, realizan una serie de eventos que incluyen la visita de aviones “Caza Huracanes”. Estos aviones Hércules Lockheed WC-130J documentan la estructura interna de un ciclón tropical,  y son tripulados por personal de la Reserva de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Su misión es confirmar el inicio de una circulación bien definida y, en vuelos posteriores, determinar la estructura interna que se puede clasificar como depresión tropical (vientos hasta 62 km/h), tormenta tropical (62 a 120 km/h) o huracán (mayores a 120 km/h) dependiendo de la velocidad máxima de viento. La información precisa es de utilidad para generar los pronósticos de trayectoria e intensidad de cada ciclón activo, aunque no todos los ciclones cuentan con vuelos. Los vuelos son, principalmente, en ciclones relativamente intensos que están por entrar a tierra y que son de peligro para la población.


 Los Cazadores de Huracanes vuelan en sus WC-130J hasta el ojo del huracán. Los aparatos 'pertenecen al Escuadrón 53 de reconocimiento atmosférico que tiene su sede en la base aérea de Kessler, cerca de la ciudad de Biloxi, en el estado de Mississippí y está compuesto por 10 aparatos Hércules WC-130. La misión principal es el reconocimiento de tormentas tropicales, tal y como establece el Plan de Operaciones de Huracanes. Este plan especifica que el Escuadrón 53 llevará a cabo operaciones 24 horas al día y será capaz de estudiar hasta 3 tormentas a la vez con un tiempo de respuesta de 16 horas. Para poder llevar a cabo estos objetivos, cuentan con un personal de vuelo de 10 personas a tiempo completo y 10 a tiempo parcial.



     Cuando una tormenta empieza a formarse, el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos envía a los Cazadores a investigar si los vientos soplan en sentido contrario a las agujas del reloj, lo que indica un sistema cerrado. Una vez que esto se determina, la misión cambia, y los Cazadores se dirigen al ojo del huracán. Para poder tomar distintos datos, los pilotos procuran entrar y salir por distintos sitios.  Durante el vuelo, se recolecta información climática continuamente y se transmite al Centro Nacional de Huracanes vía satélite. Mientras se introducen en el ojo de la tormenta, sueltan un pequeño aparato con un paracaídas que ayudará a determinar el viento en la superficie, posteriormente y ya dentro del ojo, sueltan otro aparato para detectar la presión más baja. Una vez que salen del ojo, transmiten un mensaje que incluye toda esta información, así como la latitud y la longitud exactas del centro y las temperaturas máximas.  Con toda esa información los meteorólogos determinan el recorrido, la fuerza y las dimensiones de los huracanes, lo que permite, entre otras cosas, saber qué áreas deben ser evacuadas y cuáles no.

Durante la temporada de huracanes  2015, el Escuadrón 53ª voló 75 misiones, incluyendo 38 vuelos de investigación sobre el Atlántico, por el Centro Nacional de Huracanes. También voló siete misiones en el este del Pacífico Norte y 30 por encima del centro del Pacífico Norte. La temporada de huracanes del Pacífico Norte oriental comienza el 15 de mayo, mientras que la temporada de huracanes del norte central cuenca del Pacífico y el Atlántico comienza el 1 de junio.



Parece algo simple, pero el vuelo es bastante complejo, ya que se trata de adentrarse en la tempestad, cruzar la pared de agua del huracán, que suele tener unos 670 kilómetros de diámetro en el Océano Pacifico, en el Atlántico es la mitad, e ingresar al ojo. No es un paseo para cardíacos ni epilépticos, advierten los pilotos. Una vez en medio del ojo, si pasa algo, no hay salvación, no hay a quien acudir. Y una expedición al ojo de un huracán puede tomar hasta 12 horas, sobre mar abierto. Y es que, por muchos datos que los pilotos dispongan antes del vuelo, como todo fenómeno atmosférico, estos pueden variar minuto a minuto. La tripulación del C-130 puede despegar con la idea de penetrar un huracán categoría 2 y al llegar al lugar toparse con uno de categoría 4 que representa una gran diferencia pasando de rachas de vientos con velocidades de 154 kilómetros por hora a 210, que es casi la mitad de la fuerza de desplazamiento del avión.

La tripulación está compuesta por cinco personas: dos pilotos, un ingeniero de vuelo responsable también por el lanzamiento de la sonda, un director de vuelo —que viene a ser el meteorólogo de las alturas— y un navegante. Las misiones consisten en hacer un reconocimiento del huracán, recabar los datos meteorológicos del momento y hacer una inspección visual del fenómeno.



El pasado 11 de abril de 2016, en San José del Cabo arribo un WC-130J, estuvieron presentes representantes del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos por parte de México, se contó con una comitiva de la Coordinación General del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Comisión Nacional del Agua además de representantes de protección civil. En los siguientes días, el avión realizó visitas a Puerto Vallarta, Tegucigalpa en Honduras, las Islas Vírgenes Británicas y Puerto Rico. Desde 1998, los aeropuertos mexicanos que han sido visitados son Los Cabos, Mazatlán, Puerto Vallarta, Manzanillo, Acapulco, Zihuatanejo, Huatulco, Tuxtla Gutiérrez, Matamoros, Tampico, Poza Rica, Veracruz, Villahermosa, Campeche, Mérida, Cancún, Cozumel, Chetumal y La Paz.

El año pasado, los Caza Huracanes realizaron vuelos en el Pacífico para investigar los ciclones Blanca, Carlos, Guillermo, Hilda, Ignacio, Marty y Patricia. Blanca entró a tierra por la región central de la península de Baja California en junio, mientras que Patricia lo hizo en octubre por Jalisco. Este último fue considerado uno de los más intensos que se han identificado en el Océano Pacifico, para esto un WC-130J realizo un vuelo el 22 de octubre de 2015, que  duró más de siete horas, tres de ellas en el interior de Patricia. Ahí los instrumentos a bordo determinaron vientos de hasta 213 km/h, correspondiente a un huracán categoría 4. En su intensidad máxima, Patricia alcanzó la categoría 5 mientras con vientos de hasta 325 km/h a sólo cinco horas antes de que entrara a tierra.


Los huracanes son parte de la vida en los Estados Unidos, México, y en todo el Caribe. Este recorrido sirve para correr la voz acerca de que la población esté preparada, antes de que ocurra un huracán, es así que toda la tecnología que se aplica a hacer las mejores previsiones posibles no importa si las comunidades, las familias y los individuos no se preparan con la antelación requerida. 

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